Al igual que un plato no se sirve de cualquier manera, el vino le pasa lo mismo.
Hay muchos formatos de vender vino: botella, tetrabrik, barrilete...
También hay muchas maneras de tomar el vino: en copa, en vaso, en porrón, mezclado...
Es igual de importante la presentación del vino como su sabor,, y eso las empresas vinícolas lo saben y le dan mucha importancia al packaging.
Evidentemente que hay mercado para todos, evidentemente hay preferencias de marca o de mercado o del consumidor, evidentemente hay diferencia de precio y, finalmente, hay diferencia de estrategia de márquetin.
El envase más utilizado para el vino es el cartón y normalmente va con presentación de litro.
El Bag in Box y el granel son dos alternativas muy buenas tanto para restauración como para el hogar, por ser compacto, económico y apilable. Además, el Bag in Box nos ofrece la estanqueidad del vino y no se estropea con la oxigenación.
Envases de cerámica y otros que son más anecdóticos pero si existentes.
El vidrio es el más valorado y el que da más valor añadido. Existen un sinfín de tipos de botella: bordelesa, borgoña, tronco-cónica, provenzal, jerez, espumoso... tres octavos, magnum, jeroboam, matusalem, baltasar...
Normalmente las botellas son de 3/4 de litro, pero unas pesan más, otras menos y ha evolucionado mucho el diseño en ellas.
Finalmente, y no menos importante, las latas. Un formato que viene fuerte y se queda con nosotros.
Ahora vamos a nombrar los tapones: de rosca, de chapa, de vidrio, de plástico, de silicona, de corcho.... ¡y sus variantes!
Una vez tenemos ya todos los elementos de envase y cierre, tenemos sistemas de protección, de seguridad alimentaria y de cierre. Además de toda la información que que se tiene que poner en un envase de forma obligatoria y los elementos de márquetin.
En los espumosos tenemos el morrión o el bozal, para asegurar que el corcho no salga disparado (¿te sabes la presión interna de dicho tipo de vino?). También hay, en las botellas de vidrio o cerámica, la cápsula y el lacre, que dan elegancia y cierre de seguridad alimentaria.
Como curiosidad, las bodegas españolas son de las pocas que utilizan las chapas para sujetar el morrión con el corcho como elemento de colección; en otros países son negras o genéricas.
Finalmente llegamos al etiquetado, lo normal son etiqueta y contraetiqueta en una botella, aunque puede ser una etiqueta grande que sirva para todo, o una etiqueta y dos contraetiquetas o viceversa... Hay etiquetas de plástico que envuelven todo el envase y también hay etiquetas de terciopelo.
Una vez definido el envase, las etiquetas, el tapón y demás, solo falta introducir la información obligatoria del producto y los elementos de márquetin. Hay un sinfín de elementos y técnicas, aunque yo suelo recomendar utilizar uno o dos, poco pero efectivo.
¿Te sabes algunas de las técnicas más comunes y que muchos se olvidan?
Ya, por último, hay los sellos, distintivos y medallas, junto con otros embellecedores. Los sellos y distintivos puede ser la denominación de origen, y las medallas se suelen poner cuando un vino ha ganado un premio reconocido.
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